

Somos Ismael Goñi y José Ignacio Salazar. Somos dos ciudadanos que queremos tener nuestra propia voz e invitamos a todos, cualquiera sea su ideología a participar y a construir una Mirada Crítica pero positiva, buscando la construcción y el consenso. Porque creemos en el futuro, porque creemos que podemos cambiarlo, porque creemos que siempre se puede mejorar.
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción de cual nada escapa, o casi nada. Es que la muerte de 51 personas en una de las tragedias ferroviarias más grandes del país solamente hizo cambiar la vida de miles de personas a una angustia insoportable, mas no cambió nada más. Días de tristeza y de dolor para un pueblo que se vio conmovido por un hecho fatal en el que más de 700 personas resultaros heridas y poco más de medio centenar perecieron entre los hierros retorcidos de aquellos vagones.
Parece que tenemos un don, que pocas personas en el mundo tienen, y es el de anticipar las tragedias: "Tarde o temprano esto iba a suceder" decía un ciudadano que conversaba con otro mientras ambos esperaban uno de los colectivos que van para la Universidad Nacional de Río Cuarto. Pero parece ser que solamente nos quedamos ahí, en el entendimiento, en lo anecdótico, tan solo palabras.
Es que en esta Argentina en la que vivimos todos los días, la ideología reproducida por los aparatos ideológicos del estado, como la escuela, la familia, las organizaciones de toda índole, solamente construye individuos empíricos sometidos a dichos aparatos ideológicos. En un lugar como Buenos Aires, los trabajadores no van a dejar de utilizar el servicio a pesar de que su propia vida esté en riesgo, a pesar de que todos los días viajen como si fuesen cerdos en una jaula, simplemente por una razón: tienen que comer, tienen que trabajar.
En un país mezquino, donde los cuestionamientos a las instituciones son permanentes, pero nunca suficientes, en donde renegamos pero nunca accionamos, las cosas no van a cambiar. En otras palabras, transformamos nuestra energía activa en interés pasivo. Yo digo (tomándome el atrevimiento de cuestionar a Heráclito) que el cambio incesante está simplemente bajo un estado de apariencia, una demostración artificial de que las cosas cambian, porque de otro modo, estas cosas no sucederían.
El choque fatal del Sarmiento, puso en evidencia las viejas y criticadas falencias de la gran mayoría de los servicios públicos, y nuevamente se volvió a instalar en la agenda mediática la falta de mantenimiento y controles en el sector. Pero el "tsunami" mediático causado por la tragedia solamente duró unos días, y ya poco se habla de quienes deberían cargar con la muerte de 51 personas. Los medios son un aparato ideológico más. Pese a todo, hasta hoy prevalece el escepticismo a más de un mes de aquel día. Los usuarios ya no creen que el servicio pueda mejorar su calidad, menos aún se cree en que la justicia resuelva adecuadamente el caso.
Nuevamente el cambio parece ser aparente. Fuimos espectadores de una puesta en escena teatral similar a la que siempre vemos. Funcionarios desligándose de responsabilidades, políticos sentenciando el accionar estatal, las mismas clases de moral de siempre. Renuncias, insultos en el senado, lágrimas de cocodrilo y peleas que implícitamente ayudan a que nuestra mirada focalice sobre las cuestiones de segundo orden, las cuestiones que no tienen importancia. Estamos bajo el mismo letargo de siempre.
La indignación y la acción concreta solamente la protagonizaron un puñado de personas en la estación de Once, el día de la fatal noticia. Insultos, desesperación y violencia no deben interpretarse como un acto de barbarie, sino que debe contextualizarse en la desesperación, en la bronca y el dolor, y en la valentía del querer cambiar y no creer en la misma sanata de siempre, la sanata de los políticos y funcionarios públicos, de quienes tienen el ¿liderazgo moral? para guiar a la sociedad desde una banca en el congreso o desde un "puesto ñoqui". Señoras y señores, una vez más estamos ante la teatralización de una tragedia, hecho que solamente llevará a que la rueda siga girando.
Hace 32 años, la Argentina vivía la dictadura mas sangrienta de su vida, faltaban tres años para la injusta guerra de Malvinas, no existía internet, la tv era en blanco y negro, River ganaba todo lo que jugaba, todavía no se conocían los goles del Diego a los ingleses y faltaban ocho años para que naciera Messi. Todo cambió, pero hay algo que sigue igual e inmutable. "Pasan los años, pasan los jugadores...", dice una canción tribunera. “Todo cambia…” dice una vieja canción de Mercedes Sosa. Pero el presidente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) sigue siendo el mismo. Julio Grondona hace de abril de 1979, o sea 11.831 días, que es amo y señor del fútbol argentino. Pasaron catorce presidentes por el sillón de Rivadavia entre 1979-2011, en el mismo período solo una persona ocupo el sillón que en un futuro se llamará seguramente “Don Julio Grondona”.
El viejo ferretero parece de hierro, ganó por goleada la última elección con 46 votos a favor y ninguno en contra. La elección fue solo un trámite burocrático para el veterano de 80 años que va a cumplir su noveno mandato al frente del fútbol argentino. Votaron 17 clubes de primera división, 8 de la “B” Nacional, 7 de la “B” metropolitana, 7 de las ligas del interior, 4 de la “C” y 3 de la “D”. Los representantes de Independiente, Vélez y Atlético de Rafaela no votaron, porque supuestamente llegaron fuera del horario estipulado y no pudieron entrar al edificio.
El único opositor del experimentado presidente fue el empresario Daniel Vila, que al no poder entrar al edificio de la AFA montó todo un show mediático en la calle. La exhibición fue transmitida con gran entusiasmo por el canal América, que casualmente pertenece a Vila. Pero lo curioso no termina ahí: en el mismísimo momento en que don Julio era reelecto dentro del edificio, Vila en la vereda de la calle Viamonte, también se proclamaba presidente de la AFA frente a los cronistas y reporteros de turno.
La relación de Grondona y el gobierno nacional ya no es la misma de antes. Cuando se firmó el contrato de “Fútbol para Todos”, la alianza entre don Julio y el kirchnerismo vivía una dulce primavera. La relación hoy se asemeja a un matrimonio que festeja su vigésimo el aniversario: empieza a enfriarse o definitivamente ya esta fría. Grondona tiene una imagen paupérrima en la sociedad y el gobierno sabe que la alianza que tiene con él no le hace nada bien. Sumado a la crisis estructural económica, deportiva y ética que vive el deporte más preciado por la gran mayoría de los argentinos.
Eduardo Galeano dice: “El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El bisnieto es feliz, porque no tiene, todavía, ninguna memoria. He aquí, pienso, la felicidad perfecta. Yo no la quiero”. Gisela Vélez, decana de la facultad de Ciencias Humana de la UNRC (Universidad Nacional de Río Cuarto) y directora del proyecto de investigación “La explicitación de los recuerdos en los relatos autobiográficos”, hace una reflexión de lo expresado por el escritor uruguayo: “La memoria es un valor, ya sea de un individuo o de un colectivo social. La memoria hace a la identidad personal y social. A veces los recuerdos molestan, eso es lo que nos quiere decir Galeano”.
El objetivo de la investigación es descubrir cómo se explicitan y expresan los recuerdos en los relatos autobiográficos de ingresantes universitarios. Una autobiografía es la reconstrucción de la vida que un sujeto hace desde el presente, donde reconfigura y selecciona sus recuerdos valorándolos siempre desde el hoy. Vélez explica brevemente los pasos más importantes de su trabajo: “Analizamos autobiografías de estudiantes universitarios, trabajamos en una línea cualitativa. Partimos del dato y vamos elaborando conceptualizaciones que contrastamos con distintas teorías”.
Los resultados afirman que, los estudiantes no sólo exponen eventos u objetos en los relatos, sino, que éste se tiñe y se impregna con los sentimientos o estados afectivos del sujeto, como así también, los estados mentales del individuo y lo que éste le atribuye a los otros. “La categoría que más influye en la memoria según lo que estudiamos es la afectividad. La escucha de cuentos es lo que más se recuerda de los primeros años de vida, porque escuchar el relato del cuento también es escuchar la voz de mi abuelo. Los otros tienen un papel importante en el recuerdo de los hechos”, expresa Vélez. Entre otras cosas, lo que mostraron las autobiografías estudiadas es que la construcción de los recuerdos ya no puede leerse desde una perspectiva individual, sino, como un entramado colectivo. Es decir, se hace presencia de recuerdos o se los deja afuera según cuestiones colectivas y/o culturales. “Descubrimos que hay más énfasis en los recuerdos entre los 5 y 7 años, aquí los recuerdos son mas vívidos y coloridos. Hay un mayor recuerdo cuando el niño experimenta los primeros contactos con la palabra escrita”, explica la profesora.
- García Márquez dice: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. ¿Que reflexión hace sobre lo que expresa el gran escritor colombiano? ¿Podemos vivir con recuerdos que no son verdaderos?
- Lo que dice García Márquez es correcto, hemos leído mucho sus obras y es una gran inspiración para los trabajos que realizamos. No hay recuerdos verdaderos o falsos. En estos casos se habla de verosimilitud en el relato, porque el sujeto no está mintiendo en lo que expresa, está viviendo con recuerdos que no fueron verosímiles. Hay muchos casos, en que el individuo recuerda un hecho como si lo hubiese vivido y en realidad no es así. En estos casos analizamos palabras que relativizan como por ejemplo: creo que… me parece que… no recuerdo bien….
-¿Puede existir una amnesia de recuerdos de la infancia?
-Si sucede. Esto puede ocurrir en los niños que no han tenido la posibilidad de escuchar narraciones, narrar y narrarse. Hay un fuerte componente del relato en la construcción de la memoria.
Hace diez años que Vélez con su grupo de investigación, integrado por docentes, alumnos y becarios han iniciado este trabajo. La investigación tomó diferentes caminos, ya que, surgieron distintas hipótesis. “Estudiar estos casos dan aportes importantes a la psicología y pedagogía” señala Vélez.
Tiene 86 años de aventuras, historias increíbles, anécdotas con los intelectuales más importantes de América y el sufrimiento de una herida que jamás sanará.
Posa en una silla tan alta que sus pequeños pies quedan colgados en el aire, junta sus manos como si se pusiera a rezar y cuenta que su día fue muy agitado. Su pelo blanco expresa experiencia y sabiduría, sus labios pintados color rosa y sus parpados pintados color celeste indican la juventud del alma de una eterna luchadora de los derechos humanos.
Saborea un té de limón, invita un café y saca de su aparador una bolsita llena de caramelos de dulce de leche. Como si alguien la estuviera filmando acomoda sobre el sillón su último libro: “El virrey que huyó con el tesoro”. Sobre la mesa, “Rivales” el último libro de Nelson Castro. “Me lo regaló Nelson un día que nos encontramos en Buenos Aires, siempre nos cruzamos”. En cada rincón de su pequeño y confortable hogar se respira cultura, las paredes parecen estar pintadas de historias y anécdotas interesantes. Su departamento esta empapelado de fotos de su hija Rita y de su nieta, Victoria, “la Pepi”. Como llama Susana a su ser más querido. Sobre su escritorio, una Hermes Baby modelo ’46. En un enorme aparador una foto con Hebe de Bonafini, hoy peleadas. Al lado, un retrato con Eduardo Galeano compartiendo una cena en una noche de verano en Uruguay. Es una de esas abuelas modernas: tiene cuenta en Facebook, Messenger y un blog en el cual escribe sobre temas de interés general.
Infancia. Nació en el ’25 en la casa de su abuela materna. “Tuve una infancia con poca salud, todos los inviernos estaba la muerte”. Su familia materna era francesa, eran gente muy culta e intelectual. Sus abuelos paternos eran irlandeses y vinieron al país por las grandes persecuciones que sufrían en su tierra natal. Ni bien llegaron compraron una estancia: La Josefina. “Mi amor hacia los aborígenes nace en esa estancia. Había un peón, el Eleuterio, que era aborigen. Él me quería mucho y me enseñó curiosidades de la naturaleza”, recuerda sonriendo.
Susana heredó rasgos de ambas ascendencias. “De mi padre tengo ese amor por la libertad, de mi madre heredé la cultura que caracteriza a los franceses”. Como alumna, fue muy buena en lengua y literatura, su dificultad estaba en los números. Al secundario lo cursó en un colegio de monjas: “Ahí fue cuando me revelé para toda la vida, en ese colegio veía muchas injusticias. Las monjas eran y son de lo peor”.
Amor. “Apenas me casé empezó una guerra sin cuartel y me convertí en una forajida en mi propia casa”. La relación que tuvo con su marido parece de película. Se casó pensando que podía tener libertades pero su marido era muy celoso. Estuvo 19 años estudiando psicológicamente a su cónyuge: “Me compraba todos los libros sobre psicología y literatura. Estudiando la conducta de mi marido me convertí casi en una experta en la materia” (se ríe). Él era un hombre fornido y tenía más fuerza que ella, entonces, no le quedó otra opción que desarrollar la inteligencia y la astucia.
- ¿Se inspira en el amor para escribir?
- No, me inspiro en los problemas sociales sobre todo en los problemas femeninos.
- ¿Cómo definiría al amor?
- El amor para mí es un rato de entretenimiento muy fogoso y lindo por cierto. Yo quiero estar libre y que nadie me gobierne, yo amé a hombres pero no los quise ni quiero en mi casa.
Guardapolvo blanco. Trabajó como maestra rural 13 años, fundó “Las Lonjas”, una escuela rural de General Baldissera (Córdoba) y fue directora de la escuela Avellaneda de Río Cuarto. Es una convencida que sus alumnos fueron sus grandes formadores, escribió un libro: “El Kike y la lechuza”, donde cuenta una hermosa anécdota. En el día del maestro todos sus alumnos le trajeron un regalo, Kike era un estudiante muy humilde y lo único que tenía era su lechuza. Éste fue el presente que le regaló a su maestra. “Tengo los mejores recuerdos de mi época como maestra, los niños del campo tienen un corazón gigante, ellos me enseñaron mucho”, recuerda mientras despliega una sonrisa de oreja a oreja.
Río Cuarto. El mismo día que mataron a Kennedy en Estados Unidos Susana llegó a Río Cuarto con una mochila llena de ilusiones que muy pronto parecieron esfumarse. Se instaló en el mismo lugar donde hoy vive y enseguida consiguió trabajo en el Departamento de Estudios Culturales de la vieja Universidad del Centro. Su hija empezó a estudiar la carrera de asistente social, una profesión que fue una apertura a ver las grandes injusticias y problemas sociales que vivía el país. Susana recuerda a su hija desaparecida en la última dictadura militar: “Era muy bonita, parecida a Claudia Cardinale. Se la llevaron en el ´77, en una chata, recuerdo como si hubiese sido ayer, me miraba y me decía adiós”. El lugar de repente se transforma en un ambiente muy emotivo y triste. Susana descuelga una foto de la pared y dice: “Qué bonita era, cuánto la extraño. Sé lo que está sufriendo el asecino de mi hija en su viaje a la muerte”. Saca de su manga izquierda un pañuelo.
El milagro. “La Pepi”, fue una gran alegría en un contexto de tristeza donde parecía que todo se desvanecía. Rita estaba embarazada de 6 meses cuando la secuestraron. Era una noche fría cuando entraron al departamento tres policías y sobre el sillón dejan una hermosa bebé: “Ni bien quise reaccionar me tiraron frente a ese espejo y me vendaron la cara”. Porqué le devolvieron la nieta a Susana, es hasta el día de hoy es una incógnita o mejor dicho un milagro. Ya pasaron 34 años y todo está igual en su hogar, el mismo sillón, el mismo espejo, el mismo lugar.
Pañuelos blancos. Es Madre de Plaza de Mayo línea fundadora, dice que ninguna organización de derechos humanos debe tener relación con el poder. Cree que Bonafini y el kirchnerismo mancharon los pañuelos blancos de las madres.
El motivo de la pelea con Bonafini tiene nombre y apellido: Sergio Schoklender. “Yo se lo advertí a Hebe, le dije que ese hombre tiene la mirada de una serpiente siempre lista para dar el mordiscón”. Cuando se enteró que Hebe tenía una cuenta en el exterior, no lo podía creer estuvo tres días tirada en la cama, deprimida. “Tiró a la basura todo lo hecho en años por las madres”, enfatiza enfurecida y dolida Dillon.
“El Gabo”. Susana es una amante del suelo latinoamericano. Recorrió de la mano de su nieta los lugares más exóticos del continente. Y si hay una ciudad que caló muy hondo en su corazón, esa ciudad es Cartagena, Colombia.
A fines de la década del ´70 conoció a García Márquez en una gran fiesta en Cartagena: “Cuando vi al Gabo, él estaba queriendo bailar con una mulata hermosa y no dudé en acercarme”. La mirada de Susana describe una admiración por el escritor y recuerda el diálogo como si fuese hoy:
-Gabo, soy Madre de Plaza de Mayo, te entrego esta carta donde cuento lo mal que la estamos pasando en la Argentina.
-Bienvenida a mi tierra-se abrazan como si se conocieran de toda la vida-.
García Márquez la invitó a pasar una tarde en su casa. Susana describe el lugar donde el escritor colombiano imagina sus historias: “Era un galpón gigante con una mesa y una cantina donde había todo tipo de bebidas, ahí es donde recibe a todos sus amigos y personajes de sus historias”.
-Pero ¿ahí vive con su familia?
-No, más atrás hay una casa hermosa con una pileta gigante. Pero a sus amigos los recibe ahí en esa cantina porqué no los quiere apabullar con su lujo.
Un Dios aparte. Tiene un pensamiento muy crítico sobre la iglesia católica y cree que la mayoría de los sacerdotes son corruptos. Le reza a un Dios particular, “Mi Dios es muy parecido a los indios de las praderas. Él está con los humildes y con las mujeres golpeadas”.
Ping-Pong
-¿Quien es Susana Dillon?
-Una cazadora de historia que se lleva bien con los indios, las mujeres golpeadas y los jóvenes.
-¿Qué diría de los argentinos?
- Me gustan los argentinos cuando se dan cuenta que la mujer los ha derrotado.
-¿Cree que se merece recibir algún reconocimiento por parte de la universidad? Hace poco premiaron a Carlotto.
-Si sabía, creo merecer un mejor reconocimiento por parte de la universidad.
-¿Le gusta el vino?
-Si me gusta los vinos alemanes, mi abuelo era captador de vino. Me gusta el Derby, es una bebida hecha de licor de chocolate y whisky irlandés, el mejor whisky del mundo.
-¿Cuál es su programa de televisión favorito?
-Miro documentales, me encantan. Me acuesto bien temprano a la noche y pongo el despertador a las 4 de madruga, me despierto y veo unos documentales fabulosos.
-¿Qué diario lee?
-La Voz Del Interior y Puntal.
-¿Comida favorita?
-Un buen asado compartido por jóvenes.
-¿Tiene algún periodista favorito en la actualidad?
-Sí, Jorge Lanata y Nelson Castro.
-¿Hobby?
- Escribir, estar con las plantas y animales, pasear por América, leer y juntarme con mis amigas.