Por Rodrigo Zalazar Cavalleris
La Red Ferroviaria Argentina, red “modelo” por muchos años, fue la más extensa de Latinoamérica y una de las más grandes del mundo, llegando a tener 47.000 Km. de rieles. Las vías férreas estuvieron en manos de capitales extranjeros hasta la década del ´40, momento en el cual el Estado Argentino, en manos de Juan Domingo Perón creó la empresa Ferrocarriles Argentinos. El auge y progreso que llevaron las paralelas a los pueblos fue determinante para el desarrollo económico, social y productivo, una de las pocas situaciones que no resiste a ningún tipo de análisis.
Ya en 1976, comenzó el “desguace” por parte del Gobierno de Facto de Videla, con un acelerado levantamiento de vías, y el cierre de importantes ramales a lo largo y ancho de todo el país, acciones sostenidas por el impulso de un modelo neoliberal, que priorizaba al transporte carretero, y consideraba a los ferrocarriles como un gasto para el estado.
Es así, que en los años del Caviar, es decir, la década del 90, el ex Presidente Carlos Menem, decidió privatizar totalmente lo que quedaba de la red, rematando con un golpe letal lo poco que quedaba de aquellos rieles, quedando solamente los servicios interurbanos de la Provincia de Buenos Aires.
Lo cierto a esta altura, es que muchas poblaciones, sobre todo del interior del país, vieron con el pasar de los años, con melancolía, el abandono y el óxido que se ganaba entre los hierros que alguna vez les permitieron tal progreso y comunicación. Nosotros mismos hemos sido testigos de aquello.
Entre sueños y promesas, los últimos dos gobiernos de nuestro país, nuevamente encendieron la ilusión de volver a recuperar un sistema que nunca se debería haber abandonado, algo inconcebible en cualquier país con aspiraciones al desarrollo, ya que los trenes hoy por hoy, son parte fundamental de las comunicaciones y transporte de los países de primer mundo.
Desde Néstor Kirchner hasta su esposa, las promesas fueron muchas. Miles de millones de pesos de inversión se imprimieron en los carteles oficiales que se enclavaron al costado de estaciones del Ferrocarril Roca, en Buenos Aires. Los extensos anuncios por la Cadena nacional de Radio y Televisión, tampoco faltaron, con “teleconferencias” que transmitían anuncios de la puesta en funcionamiento de ramales del Chaco, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa, entre otras, mostraban una pararrealidad discursiva que jamás se materializó, y dejó esperando a miles de trabajadores en los talleres por sus locomotoras, que jamás aparecieron.
En 2005, el ex secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Jaime había anunciado la llegada al país de un material ferroviario de segunda mano, comprado a España y Portugal, por unos $ 1500 millones. El dinero se pagó y los trenes llegaron. Pero la mayoría de las locomotoras y de los vagones no funcionan, porque no sólo vinieron en mal estado, sino que, además, hubo dificultades para adaptarlos a la red ferroviaria local. De 150 vehículos comprados a España en tal ocasión, solamente 29 se están usando, el resto, están “tirados” a la intemperie, en constante deterioro. De los 148 comprados a Portugal, 57 están en uso, y los 91 restantes, están guardados en galpones de distintas estaciones de Buenos Aires.
Mientras tanto, en los pocos lugares por los que todavía pasa el tren, la gente viaja como si estuviese en una jaula para ganado: parados, apretados, algunos colgados, para poder ir cada día hacia sus puestos de trabajo. En el interior, las promesas siguen, pero las máquinas nunca llegan, y otra vez, “el tren está pasando por el andén, sin que nadie se pueda subir”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario