lunes, 5 de septiembre de 2011

CUESTIÓN DE LÓGICA.Por José Ignacio Salazar

Cuando se reúnen todas las condiciones necesarias para alcanzar un objetivo la lógica nos dice que finalmente se alcanzará la meta. Quizás la lógica de la Argentina no funcione así. Brasil acaba de convertirse en el mayor exportador de carne porcina del mundo y se coloca como el segundo país productor de cerdos detrás de China, el gigante asiático. Brasil logró la meta que se propuso: incrementó su producción de cerdos en un 20 por ciento en los últimos diez años.

A partir de esto surgen dos interrogantes: ¿Qué diferencias tiene la Argentina con Brasil como para no estar transitando el mismo camino, o porqué no, igualarlo? ¿Por qué teniendo las mismas -o mejores- condiciones que nuestros vecinos no se logra un avance similar?

Argentina tiene la capacidad de producir el propio alimento para la producción de cerdos, esto deriva en que tiene el costo más bajo de producción de toda Latinoamérica, además posee amplia disponibilidad de superficies y condiciones agro-ecológicas apropiadas para la producción.

Por otro lado, en materia sanitaria el país se encuentra en una situación más que satisfactoria, a diferencia Brasil que se encuentra desde hace varios años en un escenario inestable en lo que refiere a sanidad animal. Además se cuenta con tecnología avanzada, genética de primer nivel y lo más importante, el recurso humano, profesionales aptos y capacitados para el desarrollo de la actividad porcina.

Enumerados todos estos factores sólo queda plantearse los interrogantes ya mencionados y analizar en dónde se encuentra ese punto que nos hace débiles e impide que la Argentina se encuentre en el puesto mundial en el que, por lógica, debería estar.

Quizá un lugar importante en esta cuestión esté definido por el rol del estado en la política de incentivo de la producción de cerdos, acompañada, por supuesto, del esfuerzo de los productores. El futuro es promisorio, pero los tiempos de crecimiento deben acompañarse de políticas que favorezcan el desarrollo, porque así como las crisis se terminan, las épocas de bonanza también lo hacen.

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