sábado, 1 de octubre de 2011

Interpretando a Hessel. Critica invitada: Mailén Cossimano

Luego de leer detenidamente el capítulo 2 que propone Stéphane Hessel en su libro Indígnate, me percate que las palabras que había resaltado con mi marcador eran resistencia, insolente, egoísta, distancia, competitividad, carrera por el dinero, indignación y dictadura. Me puse a pensar que quizá estas palabras pueden definir muy bien a la sociedad que construimos todos. Una sociedad donde parece que lo único que prevalece es la autosalvación a cuesta de todo. Pero, ¿Qué implica autosalvarse? Creo que puedo arriesgar una respuesta. Se trata no solo de satisfacer nuestras necesidades básicas, sino de aumentar el capital propio al máximo posible, se trata de vivir una “buena vida”, cargada de lujos, placeres, ostentación y excesos. Podría seguir mencionando todo aquello que considero que implica hoy por hoy autosalvación, pero prefiero detenerme ahora en todo aquello que no engloba esta palabra. Autosalvación no implica mirar al costado para ver si alguien está necesitando de nosotros, tampoco implica respetar los derechos de los demás y por supuesto, menos de aquellos demás que nada tienen. Tampoco implica respetar el medioambiente, los recursos de todos y el futuro de los próximos.

La autosalvación es para unos pocos, que tienen mucho y quieren más.

Ante todo esto Hessel nos interpela a indignarnos. Según la Real Academia Española, indignación significa enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos. Con respecto a lo de enfado vehemente, en parte disiento, porque vehemente habla de algo ardiente y lleno de pasión pero también habla de una persona que obra de forma irreflexiva, dejándose llevar por los impulsos, y aquí es donde disiento, los indignados no son irreflexivos todo lo contrario, piensan, meditan y cuestionan la realidad cada día.

Pero me gustaría agregarle una significación a la palabra Indignación y es “hacerse cargo”. Al comienzo de mi escrito hable de una sociedad que construimos todos, si, algunos de los que se indignan, también. Podemos estar profesando en nuestras palabras por una sociedad distinta, que nos incluya, respete, considere y entienda a todos, pero ¿en el hacer? En el hacer contribuimos a todo lo contrario. Por eso la invitación que se nos hace en este libro es a indignarnos no solo en el decir sino también en el hacer. Y mi humilde invitación en esta reflexión es a hacernos cargo de todo aquello que hacemos pero luego criticamos en los demás.

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